Buda de jade imperial, 1900

Este Buda de jade imperial, hábilmente tallado, representa una de las figuras más emblemáticas de la tradición budista. El jade imperial, conocido por su particular tono verde pálido y translúcido, es un material muy apreciado, a menudo asociado con la nobleza, la espiritualidad y la longevidad. El Buda, con su rostro sonriente y su figura acogedora, emana una sensación de serenidad y abundancia.

Sentado en una postura relajada, el Buda sostiene un lingote de oro, símbolo de prosperidad y fortuna, un elemento recurrente en la iconografía de Budai, también conocido como el "Buda sonriente" La sonrisa benévola y el vientre prominente, que a menudo se toca como gesto de buena suerte, refuerzan la idea de bienestar espiritual y alegría.

Las líneas suaves y fluidas de la escultura, combinadas con el brillo del jade, confieren a la figura un aura de paz interior y sabiduría. La elección de esculpir a Buda en jade imperial no es casual: este material, muy venerado en las culturas asiáticas, representa un talismán de protección y prosperidad.

Colocar esta escultura en el hogar o en un espacio de meditación infunde al entorno una atmósfera de tranquilidad y armonía. El Buda, con su radiante presencia, invita a reflexionar sobre los valores de la sencillez y la satisfacción, ofreciendo un recordatorio constante de la búsqueda de la paz interior.

Una obra de arte que combina la belleza estética con una profunda espiritualidad, perfecta para quienes buscan un objeto decorativo de gran valor simbólico y cultural.