Caja fuerte Nüremberg de hierro

Arcón de hierro "corsario" o "Nüremberg" Alemania Siglo XVII-XVIII Gran arcón de hierro con barras de protección remachadas y asas de tiro laterales, un gran escudo en la parte delantera. Se abre por arriba mediante una cerradura de doble llave, en la parte delantera -esta última es un señuelo- y en la tapa, encerrando esta última una impresionante cerradura en toda su superficie interior. Dos orejetas permiten añadir una barra y dos cerraduras. Este tipo de caja fuerte es el antepasado de nuestras cajas fuertes modernas. Sin embargo, está diseñada para ser transportable, con sus dos asas. El águila bicéfala que adorna la parte frontal es un emblema heráldico que nos habla de la finalidad de esta caja fuerte. Sostiene en sus garras una mano de justicia y una espada, un recordatorio de las funciones regias del Sacro Imperio Romano Germánico. El águila bicéfala se encuentra en las monedas y en los escudos de armas de ciertas ciudades o regiones (Franco Condado) que han jurado fidelidad al Emperador, heredero de la Roma de los Césares y de la mitad occidental de su imperio (la otra mitad está gobernada por el Basileus, que reinó en Bizancio-Constantinopla hasta su caída en 1453: Kiev, y luego Moscú, asumieron esta herencia, convirtiéndose en "la tercera Roma", y conservando el águila romana, que había pasado a tener dos cabezas desde la división de Constantino). La corona cerrada, signo del Imperio, debería estar sobre la cabeza del águila, lo que puede deberse a una alteración, pero más probablemente al deseo del herrero de no multiplicar los adornos en una pieza destinada sobre todo a recibir y rechazar golpes, durante los desplazamientos o los ataques. El arte del herraje tuvo una importancia primordial en la Europa medieval y moderna. Aunque no era tan precioso como el oro -raro-, la plata o el bronce, sustentaba las pequeñas pero esenciales industrias de la época: con él se fabricaban los hierros que movían los molinos, las ruedas de carro y todas las piezas móviles y de refuerzo de los edificios. Está omnipresente en la defensa y el ataque: cotas de malla, cascos, armaduras, espadas, puntas de flecha, puntas de lanza, cuchillos... Su trabajo, que tiene que ver con el fuego, es un poco como la magia, y los artesanos tienen todos sus secretos. La creación de un cofre como el nuestro es aún más compleja: además del batido del metal, difícil de producir sin un tren de laminación, y del tamaño de las piezas, todo ello manipulado "a mano" encima de la forja, fue necesaria la intervención de un cerrajero experto, o incluso de un ingeniero relojero, para diseñar la maquinaria de la cerradura multipenetración. La ciudad libre de Nüremberg (en Baviera) se había especializado en la artesanía mecánica, desde los autómatas hasta los juguetes, y desarrolló vínculos comerciales con toda Europa y el Nuevo Mundo a partir del siglo XVI. Tradicionalmente, estos cofres podían llevarse a bordo de los barcos y fijarse al suelo en la habitación del comandante, donde depositaba sus pertenencias, papeles e instrumentos de navegación, o... su tesoro. ¿Quizás "La Licorne" del Chevalier de Haddocque estaba equipada con un cofre similar?