J. Miller, paisaje de montaña, óleo sobre lienzo, enmarcado

El paisaje montañoso, pintado con increíble delicadeza, parece casi fabuloso.

Se ha dividido en tres zonas principales, cada una de las cuales rinde homenaje a la naturaleza pintada a su manera, inusual y diferente. La parte inferior del cuadro está ocupada por un río rápido y espumoso cuyo lecho y orillas están llenos de rocas musgosas y fragmentos de árboles rotos. En la orilla izquierda, ligeramente por encima del río, hay coníferas, la parte más oscura y misteriosa del cuadro. El conjunto está coronado por una maravillosa vista de los picos nevados y escarpados de las montañas en la distancia, con un cielo pintado en colores pastel.

En la orilla derecha del río, casi imperceptible a primera vista, aparece la figura de un hombre acompañado de un perro, una figura de hombre que deambula por un paisaje extraordinario, que sorprende con nuevas maravillas naturales visibles a su alrededor. Lo que llama la atención es el tamaño y el monumentalismo de la naturaleza que rodea al hombre, favoreciendo claramente la escala de la naturaleza en relación con el hombre.

El cuadro provoca la reflexión sobre los cambios que nos rodean, la naturaleza que nos rodea, y su irresistible encanto y gracia hacen posible buscar en él nuevos detalles durante horas.

Marco de madera, recto.