This sculpture is truly a stunning representation of both artistry and cultural history of the early 20th century. Made from Italian Carrara marble, known for its quality and use in classical sculpture, the work reflects the elegance and sophistication associated with this material. The depiction of a young girl playing tennis not only captures a specific moment of leisure and sport of the time, but also embodies the spirit of an era when sports were becoming more accessible and popular, particularly for women.
The attention to detail, particularly in the folds of the girl's skirt and her dynamic pose, suggests a high level of craftsmanship. Such intricacy in the carving implies that the artist had a deep understanding of movement and form, common among the esteemed sculptors of the time. However, without a signature or certificate of attribution, identifying the exact artist remains a challenge. This mystery adds to the sculpture's allure, arousing curiosity about its origins.
There is some gluing of the left hand, however this small defect does not detract from its aesthetic appeal.
Overall, the sculpture serves as an eye-catching work of art that not only highlights the skill of the unknown artist, but also offers a glimpse into the cultural and social landscape of the 1920s and 1930s. It stands as both a celebration of the sport of tennis and a testament to the timeless beauty and expressiveness that marble can convey in the hands of a gifted sculptor.
Esta escultura es realmente una impresionante representación tanto del arte como de la historia cultural de principios del siglo XX. Realizada en mármol italiano de Carrara, conocido por su calidad y uso en la escultura clásica, la obra refleja la elegancia y sofisticación asociadas a este material. La representación de una joven jugando al tenis no sólo capta un momento específico del ocio y el deporte de la época, sino que también encarna el espíritu de una época en la que los deportes eran cada vez más accesibles y populares, sobre todo para las mujeres.
La atención que se presta a los detalles, especialmente en los pliegues de la falda de la niña y su pose dinámica, sugiere un alto nivel de artesanía. La complejidad de la talla implica que el artista tenía un profundo conocimiento del movimiento y la forma, algo común entre los escultores de la época. Sin embargo, a falta de una firma o certificado de atribución, identificar al artista exacto sigue siendo un reto. Este misterio aumenta el atractivo de la escultura, despertando la curiosidad sobre sus orígenes.
La mano izquierda está algo pegada, pero este pequeño defecto no le resta atractivo estético.
En conjunto, la escultura es una obra de arte llamativa que no sólo pone de relieve la habilidad del artista desconocido, sino que también ofrece una visión del paisaje cultural y social de los años veinte y treinta. Es a la vez una celebración del deporte del tenis y un testimonio de la belleza intemporal y la expresividad que puede transmitir el mármol en manos de un escultor dotado.
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