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Original lithograph by the artist entitled: la Luce diffidenta / La lumière se méfie. Lithograph signed lower right and numbered 98 / 125
Produced in 1993.
A certificate of authenticity is on the back of this lithograph (see photo).
Paolo Collini:
Paolo Collini's artistic activity took shape with his first solo exhibition in Milan in 1970. Indeed, it was in the city where he was born in 1950 that he began his relationship with the art world, a world in which, from the outset, he moved within the realms of symbolism and surrealism.
After a formative period in which he explored, in particular, metaphysical painting and the visions of the Surrealist masters, his research turned towards a dreamlike, naturalistic vision, nourished by romantic inspirations concealing metamorphoses and enigmas revealing inner worlds.
During the 1980s, he moved closer to "citationalism", an artistic movement developed at the time, with a painting rich in mysterious architectures where "Myth" and the sign of "suspended time" occupy the center of his narrative. The house-temple becomes the focal point of his exploration, and often, on deep waters, winged emblematic figures wander, hiding inviolable secrets, tracking down signs of a lost or perhaps forgotten classicity, inventing further allusions and symbols.
His love of ethereal atmospheres intensified as he approached German collectivism. During this period, as he traveled frequently, he abandoned Mediterranean colors for the cold colors of the North and the mysterious foliage of the Black Forest. The sunny hues disappeared, giving way to a kind of bloodless monochrome, with evanescent azure shades and misty, mother-of-pearl-transparent lights. Nostalgia permeates his work, and from the depths of his mind emerge archetypal creatures, symbols of immortal beauty, and waters as deep as the mists of time, waters that recur obsessively in his compositions: they often refer to the silences of the lake (where he had a studio at the time) or to the sea, which for him is not just a physical entity, it's much more: it's the symbol of the eternal feminine, of fecundity and unfathomable, enigmatic depth.
The 1990s saw the relationship between the real and the imaginary transformed into a pure, shifting memory, wandering between Eros and Thanatos, icy pain and eternal doubts that often exceed the limits of reality. He prefers to work at dusk, when the noise of everyday life gives way to nocturnal reflections, listening to the suggestions of music, while the boundaries between reality, memory and dream are often undefined.
In recent years, the city and its outskirts have become the focus of his research, through fragments of images that offer the opportunity to observe the individual and his environment: it's the possibility of entering a "non-place" of the individual soul, balanced between everyday life, often suffered, lived too quickly and violently, and a personal space where time is still, a time where we can stay as long as we wish, meditating and moving to return to the real world perhaps a little different from what we were before, certainly enriched and involved as if returning from a journey.
Collini's painting has attracted critical interest for thirty years, inviting him to take part in numerous public and private art events, including the Venice Biennale.
He has held over eighty solo exhibitions in Italy and abroad, which have been widely reviewed in leading newspapers and magazines. Among the publications devoted to him are the monographs: "Magie antelucane di Collini" by Riccardo Barletta (Éd. Ghirlandina, Modena), "L'enigma della nostalgia" by Mario De Micheli (Éd. Mondadori, Milan), "Dimore dell'invisibile" by Luciano Caprile (Éd. Vinciana, Milan) and "Paolo Collini" by Mauro Carrera (Éd. MUP, Parma 2015).
Dimensions: 65cm x 44cm
Litografía original del artista titulada: la Luce diffidenta / La lumière se méfie. Litografía firmada abajo a la derecha y numerada 98 / 125
Realizada en 1993.
Al dorso de esta litografía figura un certificado de autenticidad (véase foto).
Paolo Collini:
La actividad artística de Paolo Collini tomó forma con su primera exposición individual en Milán en 1970. De hecho, fue en la ciudad donde nació en 1950 donde comenzó su relación con el mundo del arte, un mundo en el que, desde el principio, se movió en los terrenos del simbolismo y el surrealismo.
Tras un periodo de formación en el que exploró, en particular, la pintura metafísica y las visiones de los maestros surrealistas, sus investigaciones se orientaron hacia una visión onírica y naturalista, alimentada por inspiraciones románticas que esconden metamorfosis y enigmas que revelan mundos interiores.
En los años 80, se acerca al "citacionismo", movimiento artístico desarrollado en la época, con una pintura rica en arquitecturas misteriosas donde el "Mito" y el signo del "tiempo suspendido" ocupan el centro de su narrativa. La casa-templo se convierte en el punto focal de su exploración, y a menudo, sobre aguas profundas, deambulan figuras emblemáticas aladas que esconden secretos inviolables, rastreando signos de una clasicidad perdida o tal vez olvidada, inventando nuevas alusiones y símbolos.
Su amor por las atmósferas etéreas se intensificó a medida que se acercaba al colectivismo alemán. Durante este periodo, como viajaba con frecuencia, abandonó los colores mediterráneos por los fríos del Norte y el misterioso follaje de la Selva Negra. Las tonalidades soleadas desaparecieron, dando paso a una especie de monocromía incruenta, con evanescentes matices azulados y brumosas luces nacaradas. La nostalgia impregna su obra, y de las profundidades de su mente surgen criaturas arquetípicas, símbolos de belleza inmortal, y aguas tan profundas como las brumas del tiempo, aguas que se repiten obsesivamente en sus composiciones: a menudo se refieren a los silencios del lago (donde tenía un estudio en aquella época) o al mar, que para él no es sólo una entidad física, es mucho más: es el símbolo del eterno femenino, de la fecundidad y de la profundidad insondable y enigmática.
En los años 90, la relación entre lo real y lo imaginario se transforma en una memoria pura y movediza, que deambula entre Eros y Tánatos, el dolor helado y las dudas eternas que a menudo superan los límites de la realidad. Prefiere trabajar al atardecer, cuando el ruido de la vida cotidiana deja paso a reflexiones nocturnas, escuchando las sugerencias de la música, mientras las fronteras entre realidad, memoria y sueño son a menudo indefinidas.
En los últimos años, la ciudad y sus alrededores se han convertido en el centro de su investigación, a través de fragmentos de imágenes que ofrecen la oportunidad de observar al individuo y su entorno: es la posibilidad de entrar en un "no-lugar" del alma individual, equilibrado entre la vida cotidiana, a menudo sufrida, vivida con demasiada rapidez y violencia, y un espacio personal donde el tiempo se detiene, un tiempo en el que podemos permanecer tanto tiempo como deseemos, meditando y moviéndonos para volver al mundo real quizás un poco diferentes de lo que éramos antes, sin duda enriquecidos e implicados como si volviéramos de un viaje.
Desde hace treinta años, la pintura de Collini suscita el interés de la crítica, que le invita a participar en numerosas manifestaciones artísticas públicas y privadas, entre ellas la Bienal de Venecia.
Ha celebrado más de ochenta exposiciones individuales en Italia y en el extranjero, que han sido ampliamente reseñadas en los principales periódicos y revistas. Entre las publicaciones que se le han dedicado figuran las monografías "Magie antelucane di Collini" de Riccardo Barletta (Éd. Ghirlandina, Módena), "L'enigma della nostalgia" de Mario De Micheli (Éd. Mondadori, Milán), "Dimore dell'invisibile" de Luciano Caprile (Éd. Vinciana, Milán) y "Paolo Collini" de Mauro Carrera (Éd. MUP, Parma 2015).
Dimensiones: 65cm x 44cm
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